miércoles, 9 de julio de 2025

Crecí entre flores, pero también entre espinas

Siempre sentí que las flores me entendían más que las personas.
Las observo y siento que me hablan, en silencios suaves, en sus formas frágiles pero persistentes.
Cada pétalo es un suspiro que no pude decir,
cada hoja, una caricia que me faltó.

Amo la naturaleza. Los insectos que otros temen, yo los veo como pequeños guardianes del mundo.
Una mariposa me parece más sabia que cualquier adulto.
Una abeja me enseña más de amor que muchas personas: trabaja, poliniza, y luego desaparece sin pedir nada.

Y yo, como flor, también florezco con el sol, pero hay días en los que lluevo por dentro.
Me han arrancado los pétalos muchas veces,
y aún así sigo intentando crecer.
Me he sentido marchita.
Pero algo en mí insiste en buscar la luz…
aunque venga del rincón más lejano.

Las flores me enseñaron que se puede estar rota y seguir siendo bella.
Que no hace falta que todos te vean: basta con que existas, con que respires, con que sigas.
Amo lo natural porque me recuerda que el dolor no es algo que se esconde,
es algo que también se transforma.

Hay belleza en mi sensibilidad.
En que me duela tanto el mundo, pero aún así me detenga a mirar una flor silvestre en medio del concreto.
Quizás yo también sea así:
una florecita naciendo en un lugar donde nadie pensó que podría crecer.

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