¿por qué todo me afecta tanto?
¿Por qué una palabra me atraviesa como cuchillo?
¿Por qué siento que el mundo me pesa más que a los demás?
¿Por qué lloro por cosas pequeñas?
¿Por qué me duelen cosas que otros ni notan?
¿Por qué todo me llega tan hondo?
Hay días en los que me odio por ser así.
Por no poder simplemente “ignorar”, “dejar pasar”, “hacer como si nada”.
No puedo.
Porque todo me toca… todo me atraviesa.
Una mirada, un grito, una ausencia, una canción, una despedida.
Todo se me queda en el pecho y no sé cómo sacarlo.
¿Por qué soy así?
¿Por qué todo lo que vivo lo siento con la piel, con el alma, con el corazón abierto como herida?
Me cuesta estar en un mundo donde todo va tan rápido.
Donde sentir es visto como debilidad.
Donde me piden que sea fuerte, cuando lo que más deseo es que alguien me diga: “No estás mal por sentir tanto”.
A veces me da miedo mi propia sensibilidad.
Miedo de que me rompa.
Miedo de que nadie la entienda.
Miedo de que nunca deje de doler.
Pero también…
a veces me miro con ternura.
Y entiendo que esta forma de sentir también me hace amar más bonito.
Ver lo invisible.
Abrazar más fuerte.
Cuidar más suave.
Soy sensible.
Y sí… duele.
Pero también me hace real.
Tal vez algún día aprenda a sostenerme sin culpa.
Tal vez algún día deje de preguntarme por qué…
y simplemente me abrace, tal como soy.
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