Yo no.
Yo amo con todo. Sin instrucciones. Sin frenos. Sin red de seguridad.
Romantizo las miradas, las conversaciones, los silencios compartidos.
Romantizo un mensaje, una flor seca entre las páginas, un recuerdo que ya no vuelve.
Y no porque no vea la realidad, sino porque mi corazón decidió que el amor, para mí, es algo sagrado.
Amo hasta que me duela.
Aguanto más de lo que debería, no por debilidad, sino porque creo en las personas… porque confío en que el amor puede sanar.
Porque cuando me entrego, no lo hago por la mitad.
Me quedo incluso cuando ya no me esperan.
Lucho incluso cuando ya no hay guerra.
Y sí, a veces me rompo.
Pero prefiero mil veces romperme por amar de verdad, que endurecerme por miedo.
Tal vez por eso me cuesta soltar. Tal vez por eso me cuesta no esperar, no imaginar, no ilusionarme.
Pero así soy yo: una mariposa con el corazón hecho de tinta, que pinta mundos aunque nadie los mire.
Que ama como si cada historia fuera eterna, aunque dure solo unos días.
No estoy hecha para lo fugaz.
Estoy hecha para lo profundo, para lo que duele pero transforma.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario